Memorial (II)
a Paul Celan, a Claude Lanzmann
Cavas entre el olvido donde asombra
la orfandad y el patético desdoro
repartido en despojos del tesoro
de mi paso en traspié por esta sombra
Una oración sin falla que no nombra
ni el color de los sueños ni el añoro
ni las dolidas ansias ni mis lloros
de una memoria inútil y que escombra
De Nomenclatura/Muros (1997), Libros de Tierra Firme, Buenos Aires, p. 15.
Poema para Ana Frank
Te sueño, como Ofelia, en un destierro
mezquino de la losa y en lo oscuro:
labrabas por la letra confiscada al abismo
como incisión en piedra, como herida
diaria consolación a página mordida
y la mano que volvía por el trazo
de esa muerte ordenada que estiraba el lazo
demorando el encuentro con la vida
Iluminando el pozo y su comida
la tripa entre la letra abriendo paso
y el asomo a la suerte y al acaso
dilataba la ruta y postergaba
la presa del final,
la cacería.
De Nomenclatura/Muros (1997), Libros de Tierra Firme, Buenos Aires, p. 18.

Sanket Darji, Unsplash
Diario de Hija
I.
Tienes la mano llena de manchas; es
como un cuero de sapo,
de un sapo de ésos,
de tamaño mediano,
que están apostados al borde
del estanque
a la espera de la mosca y la libélula
II
el nudillo se escapa de la mano, falso
timón para los ademanes
el nudillo interrumpe la línea pareja
del dorso de la mano.
el índice tuerce su ruta,
no indica ya
III
No te devuelve mi voz la gratitud
del primer murmullo
alojada la memoria sonora
en mi propio pabellón.
IV
En la caracola del oído no entra
mi saludo.
no entra la palabra del mundo,
ni la campanada del angelus
ni el adiós
Entran los ruidos de la memoria.
entra solamente el pregón del
vendedor de cuajada en el mercado de
Jafo;
entra el laberinto.
Entra la arena aventada por las
ventanas de los tíos.
Entra el trigo sarraceno,
el triguillo esquirlado de mortero
V
La mancha bruna ha tenido cría.
VI
Asomado a la ventana del cuarto de
Jafo,
almacena el pregón que está húmedo
y blanco de la cuajada:
!Aj laban!, !Aj laban!. El jarro
se hunde en el tacho de leche agria.
Luego se reparte en los tazones
de los primos,
sobre las hojas de parra
que envuelven el arroz
VI
Todavía no he nacido
Un porvenir aguarda
Quieto en la inminencia
El pasado se agolpa
grieta, alarido
en el cuarto sin sueño que espera
Está bien pensar en antes de nosotros
en la cara de niño que tienes
en brazos de tu madre
en la foto
encontrar el parecido en la línea
del mentón
en el borde carnoso de los labios.
VII
El pie que araña el suelo, traza un
surco invisible
Luego se queda quieto hasta que llega
el otro pie
Los pies no son ahora la plomada
ni sostén
No andas sin el tercer pie
VIII
Te miro a los ojos
que se quieren llevar el fondo
de mis ojos
y tomar desde ahí lo que ha quedado
en silencio entre mi voz y tu oído
alejado de los sonidos
IX
Nos sofocamos en la siesta ardida
Es pleno verano y tienes frío
el calor de la sangre se ha gastado
en las motas oscuras arracimadas
en tu mano
Tienes los ojos llenos de avidez
Quieres rehacer el dicho de mi voz
de los gestos que quedan
en lugar de las frases
que no puedes oir
IX
¿Padre, no ves que estoy ardiendo?
X
Te ha dejado en silencio
la compañera
Le pedías que te espere
cuando andaba por los pasillos
espantando al dolor
Tus amigos se han muerto
los primos de Jafo murieron
la pasta de almendra se pudre
en el armario
Tu cuero es sordo a la chispa
al retumbar mezquino de la arteria
La sangre empecinada
la sangre avara
se te queda en los pies
se estaciona al capricho
te abandona
como ella,
como los tíos de Damasco
como la prima del barco
abrazada al frenesí de los mercados
XI
Padre,
estoy ardiendo al lado tuyo
haciendo la comida
para los que vendrán
De Journal. Diario de las Cosas (2009), El Emporio Ediciones, Córdoba, pp. 37-50.
Susana Romano Sued (Córdoba, Argentina, 1947) es poeta, narradora, ensayista, traductora y psicoanalista. Es doctora por la Universidad de Mannheim, profesora emérita de la Universidad Nacional de Córdoba e investigadora superior del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET).